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íscar: De Justo y Aguado, a hombros

Íscar

El cacereño y el sevillano abren la puerta grande de Íscar tras cortar tres orejas cada uno. Oreja para el toricantano.

Dario Domínguez cumplió el sueño de ser matador de toros en el pueblo que lo vio nacer, Iscar. Y cumplió el sueño de niño. De ese niño que jugaba por las calles de su pueblo con muletas y capotes y en su imaginación tenía toros bravos para poder hacer faena. Pero el toro que le cedió su padrino de alternativa, Emilio de Justo, fue manso desde el inicio. Faena que brindó a su compañero de fatigas, el matador de toros de Cuellar, Javier Herrero. La suerte de varas en toriles. Pero Javier Ambel, magistral con el capote, le metió en la horma. En los medios después, hubo faena. Siempre la muleta puesta y abajo, cruzado y al pitón contrario. Y tuvo momentos de clase, de temple y de poso. Y no es fácil después de tanto tiempo de inactividad, pero supo administrar la faena medida y concisa. Tiempo habrá para mejorar con la espada. Vuelta al ruedo muy celebrada.

El sexto de la tarde, el más toro en cuanto a su presentación, tuvo genio. Darío Domínguez intentó llevarlo por el pitón derecho, pero no tenía la condición de sus hermanos de camada. Por el pitón izquierdo se quedaba a mitad del muletazo. Aun así el de Iscar estuvo entregado como no podía ser menos. Pechó con el peor lote. Mal con la espada pero cortó una oreja como recompensa.

Emilio de Justo está en ese momento de su carrera de plenitud. Montado, este primero de su lote, alto de agujas, se empleó en el caballo. Un toro que se dejó en la muleta, que no terminó de humillar pero que la mano a media altura y la muleta templada hicieron que al final el toro sucumbiera. Destacó un final de faena al natural de uno en uno con la clase del extremeño. Un pinchazo y estocada. Oreja.

Mucha clase se le atisbaba al segundo de su lote, pero justeza en sus fuerzas. Apenas fue picado. Faena que brindó a David Luguillano. De Justo en los medios demostró su clase. Cogido con alfileres no apretó en ningún momento al de Garzón. Quería que esa clase, esa fijeza y sobre todo la nobleza se transmitiera en la muleta. Y lo consiguió. Por ambos pitones, con sitio, distancia, ritmo y temple. Final de faena de rodillas al natural. Estoconazo hasta los gavilanes. Dos orejas de ley.

Burraco de pelo el primero de Pablo Aguado que debutaba en Iscar. Y fue un toro de vacas. Desde el inicio se vio su condición por el pitón izquierdo y Aguado con el capote a lo suyo, temple y maestría Anduvo sensacional el sevillano. A pies juntos series al natural atalonado, parando el mundo. De uno en uno, ligando las series, en los medios, como si el tiempo no corriera. En un palmo de terreno se lo hizo todo. Cadera prodigiosa y muñeca desmontada. Lastima el pinchazo que precedió a la estocada. Una oreja y muy fuerte petición de la segunda.

Aguado y su capote. Otra vez en el 5º. Un quite con dos chicuelinas y dos verónicas de cartel. Y es que la suavidad de manos del de San Bernardo tiene que ser innata. El de Garzón pedía esa colocación al hilo del pitón que no le sometiera en demasía. Iba y venía, algo soso de embestida pero el picante que necesitó lo puso Aguado. Muchas ganas, pero sobre todo mando. El mando del ritmo. Suavidad en el trazo de los ayudados por bajo con los que dejó al toro en el tercio para ejecutar la suerte suprema. Buena estocada y dos orejas al esportón.

Toros de Hnos. Garzón de Valdenebro, bien presentados, justos de fuerzas pero de buena condición, destacando el 3º muy aplaudido en el arrastre.

Emilio de Justo, oreja y dos orejas.

Pablo Aguado, oreja y dos orejas.

Darío Domínguez, que tomaba la alternativa, vuelta al ruedo tras aviso y oreja.

Fuente: Aplausos.es

Íscar